Valencia (Fallas-fuera de abono): Oreja dadivosa para Chover y Cervera en la novillada sin picadores.

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Valencia. Lunes 9 de marzo. Fuera de abono. Casi lleno. Tarde soleada con viento frío al final del festejo. Se lidiaron seis erales de la ganadería de Gabriel Rojas desiguales de presentación y comportamiento.

Emilio Huertas, vuelta tras aviso y saludos tras aviso.
Jesús Chover, oreja tras aviso y saludos con división tras aviso.
Juan Cervera, silencio tras aviso y oreja.

Valencia (Esp.).- Tarde entretenida, la de este lunes, para un público poco habituado a ver toros, que llenó el coso valenciano con el sano y legítimo objetivo de apoyar y jalear a sus futuribles matadores de toros, Emilio Huertas, Jesús Chover y Juan Cervera. Estos dos últimos cortaron sendos trofeos, uno cada uno, de dispar consideración pero misma efectividad que no es otra que la de seguir puntuando en sus respectivas carreras al tiempo que alimentan la ilusión por crecer en este difícil mundo del toro.
Claro que si nos detenemos en el fondo de la tarde e intentamos leer entrelíneas los argumentos del amable festejo, poco o nada bueno podemos extraer de él, después de observar las actuaciones de los tres espadas ante los novillos de Gabriel Rojas.

El valenciano Jesús Chover fue el más bullidor, tremendista, entregado y populista de la tarde. Muchos ademanes de cara a la galería, que rayaron incluso el sonrojo ajeno y la mala educación ante el respetable, fue la tónica general que le intentó dar a sus dos actuaciones. Habría que explicarle a Chover que bien está, buscar la conexión con el público y con ello su complicidad, pero estamos en Valencia, en una plaza de primera, ante aficionados, público e hinchas de las peñas del torero tan variopinto que por ello debería tener más respeto para todos, absolutamente para todos. Y después de torear de verdad y como mandan los mínimos cánones vienen los alardes, las contorsiones para citar al novillo y todo lo accesorio. En lo puramente taurino, de su actuación poco hubo que resaltar. Con el que cortó la oreja, estuvo voluntariosos pero siempre destemplado, acelerado, con la muleta a media altura, sin someterlo y con trazas y portes toreros envarados y encorsetados. Cuajó una desigual faena en la que novillo y novillero compitieron a ver quien era más brusco de los dos. Y al final, desarme, pinchazo, estocada y dadivoso premio. En el quinto, de nuevo una faena cortada casi por el mismo patrón. Afectación en el cite, sobreactuación en las suertes, provocación fácil al público y poco toreo. Arreglándolo con un fallo estrepitoso al entrar a matar.


El otro triunfador del festejo, por empeño del respetable, fue Juan Cervera. Más comedido que Chover en el concepto del toreo, serio, fino, y con cierto gusto, intentó cuajar faena a los dos novillos si bien por fás o por nefás no logró alzar vuelo en ninguna de sus dos faenas. Falta de temple, ligazón y claridad de ideas en el tercero de la tarde logró cuajar alguna tanda de naturales muy ligeritos y acelerados, sin terminar de emplearse. Y en el que cerraba plaza de nuevo mostró su bisoñez al crear una faena con la muleta alta, destemplado y siempre acompañando la embestida del novillo que pasaba por allí. La voltereta que sufrió añadió épica a su trasteo y tras una estocada casi entera se le premió con una oreja muy paisana.


Finalmente a las manos de Emilio Huertas fue a parar el novillo más bravo del encierro, el que abrió plaza. Codicioso, repetidor, con motor, alegre en la embestida y franco en sus arrancadas fue un novillo de escándalo y triunfo grande, que se malogró por la inexperiencia del novillero. Faena de muchos pases pero sin fundamento, argumento ni claridad, que se fue diluyendo a medida que transcurrió la tarde. Con el cuarto, flojo, justo de raza y deslucido, se contagió del animal e intentó crear un trasteo de imposible lucimiento. Su mal manejo de la espada, terminó por rubricar un paso gris e indefinido por Valencia.

Texto: Alfonso Sanfelíu