Valencia (11ª de fallas): Solitaria oreja de Julio Aparicio en una tarde marcada por la invalidez, descastamiento y falta de raza de los toros.

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Valencia. Miércoles 18 de Marzo. Décimo primera de Fallas. Más de tres cuartos de plaza. Se lidiaron seis toros de la La Palmosilla (1º como sobrero), bien presentados. Encierro sin fuerzas, bajo de casta y raza del que sólo destacó el cuarto de la tarde. El que abrió plaza totalmente inválido.

Julio Aparicio
, silencio y oreja.

Alejandro Talavante, saludos tras aviso y saludos.
Daniel Luque
, silencio en ambos.


Valencia (Esp.).- La peor tarde de lo que llevamos de feria fue la décimo primera de fallas, a pesar de la oreja que cortó Julio Aparicio después de hilvanar una meritoria y artística faena al cuarto toro de la tarde. Los astados de La Palmosilla de ascendencia Juan Pedro Domecq y Núñez del Cuvillo fueron todo un despropósito de toros flojos, descastados, desclasados, impropios de lo que se denomina un toro bravo. Sólo el cuarto medio-sirvió para el matador, que tuvo que dosificar la faena y el poder con su muleta, para que le durase el toro durante toda la faena.

Precisamente fue ante este cuarto del festejo con el que el sevillano Julio Aparicio logró cortar un meritorio trofeo después de cuajar una faena sentida y llena de momentos con duende, arte y arrebato. El veterano diestro que regresaba a Valencia, una tierra muy querida por él y su familia, lo que suponía para él mayor responsabilidad. Pero respondió con su arte, y con el toro manejable y noble que le correspondió, fue cuajando pases de enjundia y sabor a toreo viejo. Chispazos de arte, de poesía torera y sobre todo, detalles de cambios de mano, naturales profundos y en redondo vistosos, trincherazos que alcanzaron el mayor instante de lucimiento cuando con temple, Aparicio les bajo la mano con suavidad, la justa, para que aguantaran su toreo. Intensa faena a ráfagas, que llegó al tendido, y que tras una media estocada le valió un trofeo importante por el marco y la feria en la que se logra. Con el flojo bis que abría plaza no pudo hacer nada. Intentó justificarse pero cuando vio que nada podía hacer, abrevió y a otra cosa.

Talavante tampoco tuvo excesiva suerte con el lote sorteado. Flojos, justo de raza y de casta, hilvanó dos trasteos similares en los que estuvo excesivamente frío, técnico y falto de emotividad. Con el segundo de la tarde realizó una faena voluntariosa, de largo metraje que no llegó nunca a prender en los tendidos con total rotundidad. Se le silenció la labor. Y en el quinto buscó al menos puntuar en Valencia con una faena también en su línea taurómaca, pero muy lejos del Talavante que impactó en este mismo ruedo hace ahora dos años. Faena de menos a más en la que en las primeras series ligó en redondo con su concepto vertical y estático del toreo y así, creció su trasteo en emotividad cuando se metió entre los pitones, aguantando las paradas del toro. Saludó al acabar su labor.

Tampoco tuvo suerte el debutante en Valencia, Daniel Luque. Con un lote de toros flojos, deslucidos y de nulo lucimiento, Luque solo pudo estar dispuesto, animoso, serio y responsabilizado. Intento honestamente cuajar labor a ambos astados pero fue toda una odisea y hubiese sido un milagro alzarse con un triunfo rotundo ante semejante encierro de La Palmosilla. Para el recuerdo queda su buen toreo a la verónica en el tercero. Una auténtica pena lo del ganado de hoy que tendría que derivar en una seria reflexión sobre los hierros que se anuncian en una feria como la de fallas en Valencia.


Texto: Alfonso Sanfelíu

Imágenes: Paco Ferrís