Valencia (4ª de fallas): Oreja para Luis Miguel Casares ante un interesante encierro de Garcigrande.

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Valencia. Miércoles 11 de Marzo. Cuarta de fallas. Algo más de un cuarto de plaza. Tarde de frío y con viento. Se lidiaron novillos de Domingo Hernández (1º, 3º y 6º) y de Garcigrande (2º, 4º y 5º), bien presentados. Destacaron el primero, el cuarto y el quinto de la tarde.

Miguel Giménez, silencio tras aviso y silencio tras petición.
Luis Miguel Casares, oreja y saludos tras aviso.
Rafael Castellanos, silencio tras aviso y silencio.

Se desmonteró, tras parear con efectividad, al primero de la tarde el subalterno José Casanova.

Valencia (Esp.).- El debutante Luis Miguel Casares a punto estuvo de salir a hombros por la puerta grande, si no llega a ser por el fallo a espadas con el quinto de la tarde. Tuvo en su mano el triunfo épico, a sangre y fuego, ante este complicado y encastado animal que le exigió mucho pero con el que Casares no se amilanó, plantándole cara hasta el final. Con este novillo, que fue mejor por pitón diestro que por el avieso izquierdo, Casares logró momentos meritorios, emotivos y entregados sobre la mano diestra, toreando con firmeza a la vez que con temple y cierta pulcritud. Toreo bien diferente al que tuvo que realizar con la zurda, ya que no fue hasta la tercera tanda al natural, cuando logró lucirse sobre este pitón. Precisamente fue en uno de esos cites, donde el novillo acertó de pleno en el novillero y lo prendió de manera espectacular, afortunadamente sin consecuencias. Después, el fallo a espadas hizo que se esfumara la posibilidad de cualquier triunfo rotundo.

Donde sí logró trofeo fue con el primero de su lote. Gazapón el novillo, con la cara a media altura pero mucha calidad en su embestida cuando le podía el novillero, Casares le fue entendiendo y haciendo una faena en la que los mejores momentos llegaron con el toreo al natural. También fue volteado espectacularmente pero de nuevo y afortunadamente, todo quedó en un susto. El trasteo, intermitente en su lucimiento e intensidad, fue tomando cuerpo hasta que con el novillo en tablas y el novillero crecido, concluyó con una estocada desprendida que le hacía acreedor de la oreja del astado.

Después, la tarde fue de los novillos de Garcigrande y Domingo Hernández ya que uno a uno, fueron conformando un encierro interesante, con notables reses, aptas para mayor lucimiento. Los mejores del encierro fueron el primero y el cuarto de la tarde, nobles, con clase en sus embestidas y repetidores, que merecieron mejor suerte en el matador que los sorteó, Miguel Giménez.

De dulce fue el novillo de Domingo Hernández que abrió plaza. Noble con clase aunque un puntito flojo, resultó apto para hacer el buen toreo que se descubrió, cuando su matador tuvo valor suficiente para bajarle la mano y llevarlo con mimo entre las telas. Lo mejor del trasteo de Giménez vino al natural donde se templó, y pudimos ver a un astado humillado y entregado, pero le faltó corazón al novillero, y tan solo pudimos ver al final, pequeñas muestras de esa gran calidad del novillo. Con el bravo cuarto se terminó de descubrir la bisoñez de Giménez. Un astado con calidad a raudales, fijo en las telas, repetidor y con casta que descubrió sus condiciones cuando el novillero se atrevió a torearlo pero que no fue lucido ni aprovechado por su matador. Éste se limitó a tirar líneas con la muleta a media altura, en la media distancia y sin dejar que el astado desarrollara su fondo bravo que atesoraba.

Finalmente, el otro debutante, el novillero Rafael Castellanos, poco pudo hacer con el tercero al que castigaron en exceso en varas, y se la jugó en el sexto, con una res venida a menos que acabó defendiéndose, parada y sin a penas lucimiento. Buscó justificar su debut con picadores en Valencia por la vía épica del arrimón en este que cerraba plaza, pero para entonces, el público estaba ya con la mente puesta en otros menesteres. Se le silencio ambas actuaciones.

Texto: Alfonso Sanfelíu