Valencia (10ª de fallas): Oreja para El Cordobés, Rivera Ordóñez y Jiménez en una tarde fallera amable y festiva.

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Valencia. Martes 17 de Marzo. Décima de Fallas. Lleno. Tiempo soleado con brisa.

Se lidiaron dos toros de González Sánchez Dalp (1º y 2º); uno de Jarrama (3º) y tres de Manolo González (4º, 5º y 6º), desiguales de presentación siendo algunos de ellos justos de trapío. Nobles, con clase y buen son en la muleta, resultaron en líneas generales manejables aunque justos de también de raza.


El Cordobés, silencio tras
aviso y oreja tras aviso
Rivera Ordóñez, saludos y oreja con petición de la segunda
César Jiménez, saludos tras aviso y oreja tras aviso


Valencia (Esp.).- Oreja por coleta, todos contentos y la sensación final de haber visto una corrida de toros notable de Manolo González que no fue más aprovechada y mejor lucida, quizás por las manos en las que cayó. Tres orejas tres, que premiaron la animosidad de los tres espadas quienes defendieron sus tauromaquias respectivas haciendo las delicias de un público que asistió al festejo fallero, con el único objetivo de pasar una agradable tarde de toros.

El más mediático de todos, Francisco Rivera Ordóñez logró cortar uno de esos trofeos al quinto de la tarde después de una lidia arrestosa, llena de voluntad, esfuerzo y en alguna ocasión pases lucidos. Con una res a la que se le castigó poco pero que quizás por ello sirvió más para el espectáculo, Rivera Ordóñez protagonizó un segundo tercio de banderillas lleno de ilusión, emotividad y sincera entrega ante un público que lo adora Después, con la muleta intentó el lucimiento por ambos pitones, con pases animosos, alegres, del gusto del público congregado, que tras una estocada le valió la oreja. Con su primero, más deslucido y paradote pero con calidad cuando se desplazaba, firmó un trasteo festivo en los que en alguna ocasión también vimos pases lucidos. La colocación de la espada, un tanto caída, le privó de otra posible oreja.

Por su parte, El Cordobés sacó toda la artillería taurómaca propia y también logró, con esfuerzo, la oreja del cuarto de la tarde. Faena de muleta a media altura, dando tiempo al toro a reponerse del esfuerzo de la lidia y con tempo para hilvanar pases, que agradaron al entregado público. Guiños al respetable y con la plaza finalmente un tanto dividida, cuajó una faena valiente en la cual se arrimó como un león en el final de la misma. Oreja a pesar de la colocación de la espada. Con el que abrió la tarde, noble y repetidor en los primeros compases pero flojo, planteó un trasteo cimentado sobre la técnica bien entendida que posteriormente dio paso a su tauromaquia particular. Lo mejor, varias tandas sobre la diestra, ejecutadas con ligazón y temple.

Completó el cartel el madrileño César Jiménez, a quien no se le vio tan pletórico como en otras ocasiones en este mismo ruedo. Con su primero comenzó poderoso, y con paciencia y temple, fue poco a poco creando una faena en la que le dio sitio y tiempo a la res, hilvanando series sobre la mano diestra estimables. Lo más destacado vino al natural, dejando bellos muletazos pero sin ligazón por la falta de continuidad del animal. Y con el que cerró plaza, de raza justa pero nobleza y clase, Jiménez puso voluntad y dejó momentos sueltos en una faena a la que faltó más alma. Fue premiado con una oreja. Texto: Alfonso Sanfelíu
Fotografía: Paco Ferrís