El novillero manchego Pedro Marín sale a hombros en la primera de fallas.

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Valencia. Sábado 7 de marzo. Primera de fallas. Menos de media entrada. Sol y viento molesto durante la lidia. Se lidiaron seis novillos de la ganadería de Los Chospes, desiguales de presentación. Deslucidos, flojos y mansos en líneas generales, sólo sirvió el lidiado en tercer lugar, más noble y con calidad por ambos pitones.


Sergio Cerezos (blanco y azabache), silencio tras aviso en ambos.
Sergio Serrano (espuma de mar y oro), silencio tras aviso y saludos.
Pedro Marín (tabaco y oro), oreja en ambos.

El novillero Pedro Marín brindó su primer novillo al equipo médico de la plaza de toros en agradecimiento tras su percance en octubre. Salió a hombros.


Valencia (Esp.).- Comenzó con triunfo la Feria de Fallas de Valencia, al lograr abrir la puerta grande del coso valenciano, el novillero albaceteño Pedro Marín, tras cortar una oreja en cada uno de sus novillos. Regresaba al toreo el joven espada manchego después de cinco meses de convalecencia tras el percance de extrema gravedad, que sufrió en el mismo ruedo la pasada Feria de la Comunidad Valenciana. Y llegó y solventó su vuelta a la cara del novillo con entrega, raza, claridad de ideas, gusto y temple, sobre todo con el tercero de Los Chospes, el único novillo del encierro que sirvió.

Con este castaño lidiado en tercer lugar, bien hecho pero justo de fuerzas, Pedro Marín logró acoplarse a la verónica en los lances de recibo, meciendo la embestida del astado con temple y oficio. Las mismas aptitudes y actitudes con las que después de sacarse la res hasta los medios toreando en redondo con disposición, le valieron para cuajar una faena basada sobre todo en el toreo al natural. Tandas con transmisión, suavidad, gusto y compás que fueron componiendo un trasteo de metraje justo y esfuerzo sincero con los que hizo vibrar al entregado y cariñoso público valenciano. Y cuando se le acabó el novillo, echó mano del valor, el arrojo y las ganas por triunfar para concluir un trasteo completo que remató de una estocada entera desprendida. Oreja con justeza.
Y con el que cerraba plaza, echó el resto para lograr la ansiada puerta grande, su objetivo desde que se vio anunciado en Valencia y que con tesón, esfuerzo y entrega, logró alcanzar tras inventarse un trasteo ante un novillo deslucido, manso, parado y sin argumentos. Expuso su físico y con sinceridad y disposición logró el reconocimiento del público que le premió con la oreja y la puerta grande, convirtiéndolo así, en el primer triunfador de la feria.

El otro novillero que dejó constancia de su buen oficio fue el manchego Sergio Serrano. Con un lote deslucido, manso y descastado, Serrano logró dejar en Valencia la sensación de estar ante un novillero con proyección a pesar del lote a contra-estilo que tuvo. Echó mano del valor y de su técnica en ambos novillos y planteó sendas faenas en las que buscó un lucimiento que en muy pocas ocasiones se vislumbró, si bien lo mejor lo firmó en el segundo de la tarde. Con el quinto se eternizó en un trasteo largo, sin hilván ni argumento claro, dada la condición del novillo.


El más veterano del cartel, el valenciano Sergio Cerezos poco pudo hacer con el lote deslucido que sorteó. Lo más torero de su actuación fueron el recibo de capote y las tandas en redondo que cuajó al primero de la tarde, todo ligado con temple y gusto, mientras que en el cuarto, su actuación no pasó de discreta a pesar de la voltereta dramático que sufrió y que hizo que el público estuviera mucho más atento a lo que ocurría en el ruedo. Trasteo largo de metraje y de escaso interés y lucimiento que a penas suscitó la emoción en el tendido.
Texto : Alfonso Sanfelíu
Imágenes : Paco Ferrís