Antonio Hernández corneado de gravedad en la tercera de feria.

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Valencia. Martes 10 de marzo. Tercera de Feria. Más de media plaza.

Novillos de Torres Gallego, correctos de presentación y complicados en conjunto salvo 5º y 6º, manejables aunque bajos de raza.

Antonio Hernández, herido en su primero.
Carlos Durán, silencio tras aviso en el que mató por Hernández, silencio tras petición y oreja.
Adrián de Torres, ovación con saludos y vuelta al ruedo.

Valencia (Esp.).- Cornada de mucha gravedad la que ha sufrido el novillero Antonio Hernández ante el novillo de Hnos. Torres Gallego que abría el tercer festejo del ciclo fallero. Un astado que le avisó en varias ocasiones propinándole varias volteretas a lo largo de su lidia, hasta que finalmente lo cazó certeramente dándole un hachazo de 25 centímetros y tres trayectorias en el muslo derecho. El percance sobrevino en una acometida del animal al comienzo de faena de muleta cuando el joven espada lo recibió en el platillo de la plaza, y justo en el momento del encuentro Hernández se quedó al descubierto y fue arrollado por la res con consecuencias trágicas.

A partir de ahí, la segunda novillada del abono se quedó en un improvisado mano a mano entre Carlos Durán y Adrián de Torres quienes tuvieron que vérselas con un encierro manso, complicado y desrazado de Hnos. Torres Gallego, salvo el quinto y sexto de la tarde, un poco más nobles y manejables que el resto.

El valenciano Carlos Durán tuvo que finiquitar con voluntad el novillo de su compañero herido y sólo pudo estar más lucido con el quinto del festejo. Con este novillo, mucho más manejable que los anteriores lo más destacado, lo realizó en el toreo a la verónica y en un quite por chicuelita. Firmando una faena de muleta cimentada sobre la mano diestra y concluida con un arrimón entre los pitones de la res que arrancaron casi literalmente la oreja del novillo. Antes de esto, con el segundo de su lote poco pudo hacer, más que estar voluntarioso, esforzado y valeroso buscando un lucimiento que por las condiciones del astado se dieron tan solo a intermitencias y en muy contadas ocasiones.

El otro actuante, el malagueño Adrián de Torres logró sus momentos más toreros con el que cerraba plaza. Un novillo justo de raza pero noble, con el que logró una faena de menos a más en la que trazó muletazos por ambos pitones con gusto y temple. Se sintió torero en el transcurso de su obra y a punto estuvo de cortar trofeo si no hubiese sido por el mal manejo de la espada que le privó de una trabajada oreja. Con sus otros dos novillos poco pudo hacer, más que estar delante de la cara de los astados y perseguir un lucimiento que fue prácticamente imposible.

Texto: Alfonso Sanfelíu
Imágenes: Paco Ferrís