Oreja para José María Arenas en Camino a matador.

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El valenciano Rubén García dio una vuelta al ruedo
Los novillos de Gabriel Rojas descastados, justo de raza y fuerzas

Sábado 20 junio. 2ª festejo "Camino a Matador". Menos de un cuarto de plaza.

Seis novillos de Gabriel Rojas, desiguales de presentación y juego, justos de fuerza y raza en general. Destacaron el 4º y el 6º con más clase y nobleza. Pesos: 432, 437, 448, 439, 485 y 473.

Rubén García (grana, plata y cabos negros). Silencio y vuelta al ruedo tras aviso.
Manuel Sarrión (sangre de toro y oro). Silencio y ovación con saludos.
José María Arenas (verde manzana y oro), oreja y silencio tras aviso.

Valencia (Esp.).- El novillero José María Arenas cortó la única oreja del segundo festejo del ciclo Camino a Matador después de firmar una entregada actuación con su lote. Dispuesto y entregado durante toda la tarde en busca de un triunfo redondo en Valencia, Arenas mostró oficio y claridad de ideas ante un tercer animal manejable aunque sin demasiada clase ni raza. Por encima del novillo, el joven espada cuajó un brillante tercio de banderillas, clavando en la cara y con un gran tercer par al violín de cierre que puso al público de su parte. Después, con la muleta, la faena tuvo altibajos pese a conectar muy bien con el respetable. Faena de tandas largas donde lo mejor vino sobre la mano diestra que bajó por el pitón izquierdo por las condiciones del astado. El espadazo en la cruz le valió para cortar una oreja pedida con insistencia por el público presente.

Con el sexto salió a rematar la tarde con decisión, gusto y entrega. Recibió al de Gabriel Rojas lanceando con mucho gusto y temple a la verónica. Buscó la puerta grande que dejó entreabierta antes con ímpetu y por ello se vació en banderillas y también durante toda la tarde entrando en quites en los novillos de sus compañeros. Con la muleta volvió a demostrar que tiene el oficio aprendido, le funciona la cabeza ante la cara del novillo y sabe administrar las condiciones de la res durante la lidia. Firmando, de este modo, un trasteo en el que estuvo muy por encima de las condiciones del animal. Sus ganas por triunfar le supuso una voltereta afortunadamente sin consecuencias volviendo al acara del novillo para terminar el trasteo. Lástima el fallo reiterado con la espada porque pudo haber cortado un segundo trofeo que le habría valido la puerta grande un triunfo rotundo en Valencia. Dejó una grata impresión.

El valenciano Rubén García demostró también durante toda la tarde las buenas trazas de su concepto del toreo mucho más sobrio pero efectivo en algunos pasajes de lo que se pudo llegar a ver en el transcurso de sus dos trasteos. Voluntarioso y entregado también ante el primero de la tarde, equivocó el planteamiento de la faena al desarrollarla en el centro del albero donde le molestó un viento que a ráfagas imposibilitó mayor lucimiento en su toreo. Aún así, trasteó con soltura a este deslucido y mansote novillo, cuajando una faena intermitente marcada sobre todo por la voluntad y honestidad del torero. Ante el cuarto se le vio con otro carácter ante la res de más clase del encierro. Con un buen pitón derecho, se abandonó a su toreo sobre la diestra, llegando a torear con gusto, temple y desplazando la embestida cadenciosamente. Con este manejable cuarto intentó redondear el trasteo en el toreo fundamental pero el novillo por ahí protestó y le complicó la existencia, bajando la calidad de la faena. Dejó también buenas sensaciones en conjunto y dio una vuelta al ruedo.

Completó el cartel otro novillero valenciano, Manuel Sarrión que pechó con un primer animal flojo y justo de raza con el que mostró variedad con el capote y dejó detalles de un concepto clásico pero sin lograr emocionar durante la faena. Lo mejor vino sobe el pitón derecho, con algún pasaje templado, lleno de gusto y buen trazo pero que faltó llegar al tendido. Faena de altibajos que estuvo mal rematada con la espada. Y con el quinto no tuvo opción de triunfo alguno. Sin suerte frente a un novillo de poca fuerza y raza, le planteó una faena demasiado larga en la que primó la voluntad por encima del lucimiento.

Texto: Alfonso Sanfelíu